hoy: vi
_El frío de agosto entumece mis dedos ávidos de escritura.
_La casa en profuso silencio, propio de las horas que ya se alcanzan. Mi hermana duerme, se debe a las clases y entra a las ocho de la mañana. Yo mientras espero que apresuradas se bajen las peliculas que encontre, en fin, pura mierda para matar el tiempo nefasto.
_Hoy vi pro primera vez en semanas a la persona de él, seguía tan guapo, y tan igual a las demás veces que le vi; aun así siento una culpa embelecosa que anhelaba desplazar de mis entrañas, una de esas fuertes rafagas de emociones que querría erradicar, así, por siempre. Aun no entiendo el porque de estas sensaciones inclasificables en cualquier área de los sentimientos, y más cercana a los calores corporeos que a la verdad del amor. Mis amigas me respondería atribuyendolo a todo a mi persistente soledad del sexo opuesto en las relaciones amorosas, diciendome que en realidad mi mente no logra comprender que los deseos persisten a pesar del celibato, yo las miraría y les respondería que es probable, callando por siempre mi verdad, aquella que se niegan a entender y que niego a la vez a relatar.
_Así el día, con matices arrogantes comenzo con el mismo frío desolador con que ahora lideo para culminar estas lineas.
_¿Qué depararan los meses que prosiguen? Temo la respuesta...
_La casa en profuso silencio, propio de las horas que ya se alcanzan. Mi hermana duerme, se debe a las clases y entra a las ocho de la mañana. Yo mientras espero que apresuradas se bajen las peliculas que encontre, en fin, pura mierda para matar el tiempo nefasto.
_Hoy vi pro primera vez en semanas a la persona de él, seguía tan guapo, y tan igual a las demás veces que le vi; aun así siento una culpa embelecosa que anhelaba desplazar de mis entrañas, una de esas fuertes rafagas de emociones que querría erradicar, así, por siempre. Aun no entiendo el porque de estas sensaciones inclasificables en cualquier área de los sentimientos, y más cercana a los calores corporeos que a la verdad del amor. Mis amigas me respondería atribuyendolo a todo a mi persistente soledad del sexo opuesto en las relaciones amorosas, diciendome que en realidad mi mente no logra comprender que los deseos persisten a pesar del celibato, yo las miraría y les respondería que es probable, callando por siempre mi verdad, aquella que se niegan a entender y que niego a la vez a relatar.
_Así el día, con matices arrogantes comenzo con el mismo frío desolador con que ahora lideo para culminar estas lineas.
_¿Qué depararan los meses que prosiguen? Temo la respuesta...